Nostalgia

Todos sufrimos de melancolía y nostalgia de vez en cuando, digo, es solo humano extrañar aquello que alguna vez nos hizo feliz, en especial cuando no somos felices en ese instante.

Creo que quienes más nostalgia sufren son las personas mayores, pues puede ver a muchos de ellos viviendo en memorias y experiencias pasadas, creando y recreando muchas veces aquello que el tiempo les ha quitado. Y me pregunto yo si alguien joven puede tener el alma vieja, porque muchas veces me siento así cuando comparto más tiempo entre las personas de mi edad; no es muy común preferir los libros a la televisión, gustar de la musca clásica o un buen vino en vez de la parranda de fin de semana, y, en especial, no creo que sea muy usual sufrir de una nostalgia tan profunda como la mía.

Estoy convencida que todos en algún momento tenemos una decisión muy fuerte por delante, y es aquella la decisión del conocimiento; ya sea de uno mismo y los males que nos aquejan o, potenciados, los verdaderos males de este mundo. La decisión es conocer y vivir miserable por este conocimiento, atormentado como los antiguos sabios o artistas, o permanecer en la ignorancia y sonreírle a lo cotidiano, lo general y masivo. Creo que la curiosidad que siempre tuve iba a hacer de esta una decisión muy sencilla en algún momento, y así lo fue, pues siempre pensé que ese tormento sentimental no podía ser tan indomable como lo pintaban, vaya usted a preguntar a mi nostalgia como va eso ahora…

Pero en fin, estoy divagando un poco, esto no se trata de la decisión, si no del tormento. Este tormento es diferente para cada persona, la mayoría y, en común, se sufre por desencajar violentamente en la sociedad o medio; otras, ya sea por lo anterior u otros aspectos similares, sufren de una intensa soledad, algunos mueren incomprendidos, otros encuentran vacía su grandeza o artístico su suplicio, pero en cambio yo engendro nostalgia cada noche en sueños y pesadillas. El conocimiento no es un estado absoluto de la persona, si no un trabajo constante de la misma por obtenerlo o una constante observación del entorno por entenderlo. La nostalgia aparece cuando la sencillez deja de ser una visión posible.

Mi nostalgia recuerda tiempos pasados, no lejanos pero si muy felices, le pone nombre a lo sencillo de aquella alegría, le da una apariencia muy atractiva y lo llena del amor que alguna vez sentí por él, y lo planta en mis sueños. Se bien que no se trata de él realmente, si no de la vida que entonces tenía y la perfecta simplicidad de aquella vitalidad que compartíamos, pues por aquellas épocas la fiera estaba bien encadenada en lo profundo de mi ser. El gato curioso que todos tenemos dentro, felino sí, pero en mi era monumental y catastrófico (gatastrofico! Ok no…). Yacía, por entonces, apaciblemente dormido ante la tempestad que había sido el preludio de su hibernación, supo que no lo necesitaba para superar aquellas dificultades y en silenciosa pasividad descansó en un olvidado rincón de mí ser.

Despertó cuando me cuestione a mi misma y deje de entender aquello que había en el espejo, luchar por encontrar mis errores, morir en vida por los ojos que no me miraban, los suyos, y cuestionarlo todo; el felino quedo libre y apacible me mostró la decisión, vaya usted a preguntar a mi nostalgia como fue eso entonces… La sencillez hace posible muchas dichas en la vida, lo que incluye poder compartirla con otros o con alguien pero una vez que se pierde, esa capacidad de compartir también se va.

No me arrepiento de mis decisiones pero… maldita nostalgia, solo sal de mis sueños y déjame ser felino.